La morosidad es un fenómeno que ha preocupado a autoridades y expertos en Chile en los últimos tiempos, y una serie de informes recientes revelan cifras preocupantes al respecto. Según datos recopilados por Diario Estrategia, alrededor de cuatro millones de personas en Chile presentan deudas impagas, lo que subraya la magnitud del problema en el país. Sin embargo, un aspecto particularmente inquietante es el impacto que la morosidad está teniendo en la Generación Z, como se destaca en informes de La Tercera y The Clinic.
La Generación Z, conformada por jóvenes nacidos entre mediados de la década de 1990 y principios de los años 2010, está experimentando un aumento significativo en los niveles de endeudamiento y morosidad. Según un informe citado por La Tercera, los jóvenes chilenos pertenecientes a esta generación están doblando su deuda cada año que pasa. Esto sugiere un patrón alarmante de endeudamiento creciente entre los jóvenes, con consecuencias potencialmente graves para su bienestar financiero a largo plazo.
El informe de The Clinic profundiza en esta tendencia, señalando que la Generación Z, también conocida como Centennials, está acumulando niveles preocupantes de morosidad. Según datos de Equifax, el 32% de los jóvenes de entre 18 y 24 años en Chile presenta algún grado de morosidad, lo que indica una tendencia preocupante de dificultades para gestionar sus finanzas personales.
Varios factores pueden estar contribuyendo a este aumento en la morosidad entre la Generación Z chilena. En primer lugar, el fácil acceso al crédito y la proliferación de productos financieros, como tarjetas de crédito y préstamos personales, pueden estar fomentando un comportamiento de endeudamiento excesivo entre los jóvenes. La falta de educación financiera y la presión social para mantener un cierto nivel de consumo también pueden influir en las decisiones financieras de los jóvenes.
Además, la pandemia de COVID-19 ha exacerbado los desafíos económicos para la Generación Z, con la pérdida de empleos, la reducción de ingresos y la inestabilidad laboral afectando su capacidad para cumplir con sus obligaciones financieras. Esto ha llevado a un aumento en los niveles de morosidad y a una mayor vulnerabilidad financiera entre los jóvenes chilenos.
Abordar el problema de la morosidad entre la Generación Z requiere un enfoque integral que combine medidas de educación financiera, regulación del sector financiero y apoyo social y económico para los jóvenes. Es crucial proporcionar a los jóvenes las herramientas y los conocimientos necesarios para gestionar sus finanzas de manera responsable y tomar decisiones informadas sobre el crédito y el endeudamiento.
Además, es importante garantizar que haya suficientes salvaguardas en su lugar para proteger a los jóvenes contra prácticas financieras predatorias y explotadoras. Esto puede implicar la implementación de regulaciones más estrictas sobre la publicidad y la comercialización de productos financieros dirigidos a jóvenes, así como la promoción de prácticas de préstamo responsables por parte de las instituciones financieras.